Ruta por el norte de Portugal: de Braganza a Oporto
Nuestra destino era Oporto. Pero nuestra ruta por el norte de Portugal empezaba en Zamora, donde dormimos el primer día. Así, además de hacer el camino más corto (Madrid – Oporto son 550Km), veíamos a la familia.
Pero el sábado teníamos una buena ruta por delante. Así que a las 7h en planta, haciendo ganas para un buen desayuno en Braganza, la primera parada de nuestro viaje.
Braganza
Braganza nos recibió en festejos, con sus banderines de colores y en pleno montaje de una fiesta medieval. Es una ciudad bonita, muy asequible y fácil para visitar en unas pocas horas tranquilamente. Aparcamos muy céntricos y pudimos movernos andando sin problemas.
Como el hambre ya acuciaba la primera parada estaba clara: ¡desayuno! Encontramos una pastelería (Pastelería Florida) al lado de la Plaza de la Sé:
2 cafés con leche, 2 bollos con mantequilla y 1 pastel de nata (nuestra perdición portuguesa) = 4€
Ya con las pilas cargadas, estábamos listos para el turismo. Aunque fueron solo unas pocas horas, esta es nuestra lista de qué ver en Braganza según el recorrido que fuimos siguiendo:
- Iglesia de la Misericordia: en la foto de más abajo se ve uno de los dos cuerpos idénticos que componen la fachada. Ambos, totalmente cubiertos con los típicos azulejos portugueses azules y blancos, dan acceso a dos capillas diferentes. Entrada gratuita.
- Catedral vieja (Sé): en la misma Praça da Sé, donde también está el cruceiro de la foto, nos sorprendió que esta pequeña iglesia adosada a un antiguo convento jesuita fuera la antigua catedral de la ciudad. En el interior, zócalo de azulejos y un gran retablo barroco muy recargado. Entrada gratuita.
- Iglesia de San Vicente: continuando nuestro camino hacia el castillo, pasamos por esta iglesia donde destacan, en el interior, las figuras adosadas a su techo. Sin embargo, su importancia es más literaria. Según cuenta la leyenda, fue aquí donde se casaron Don Pedro y Doña Inés, los protagonistas de la historia de amor más famosa y arraigada en la cultura portuguesa. Para saber más sobre ellos y su triste aventura, aquí puedes encontrar un breve relato.
- Castillo: desde la parte alta de Braganza, el castelo domina perfectamente la ciudad. Mantiene sus murallas íntegras y su edificio principal muy bien conservado. Como Braganza estaba en plenas fiestas medievales, el castillo se encontraba “contextualizado”, con sus puestos medievales y carromatos.
El recinto amurallado es de acceso libre y gratuito, ya que dentro hay casas y callejuelas que, aunque separadas de manera tan visual del resto de la ciudad, están habitadas. Ya en el propio castillo se puede visitar pagando una exposición sobre armas que hay en el interior.
Nos despedimos de Braganza dirección Vila Real, pero haciendo un pequeño desvío en el camino para ver el Monasterio de Castro de Avela. Aunque se encontraba cerrado, su principal atractivo son sus tres ábsides románico- mudéjares que se pueden observar desde el exterior.
PALACIO MATEUS (VILA REAL)
Nuestra siguiente parada en nuestra ruta por el Norte de Portugal era el Palacio Mateus, a las afueras de Vila Real. Este palacio da nombre al vino rosado Mateus, el de la icónica botella ovalada, aunque en realidad no se hace en esta bodega.
El palacio es una construcción curiosa y bastante bonita del siglo XVIII, aunque lo que más merece la pena son sus jardines. Eso sí, el precio de la entrada nos pareció excesivo: 8,5€ solo el exterior (el interior eran unos 4€ más, pero habíamos leído que no merecía la pena). Este precio choca con el resto de monumentos, iglesias, etc, que vimos durante el viaje y que, en nuestra opinión son bastante más valiosos.
LAMEGO
Decidimos comer en Lamego y ver rápido lo más importante de esta ciudad que se encuentra a unos 40km de Vila Real. Elegimos un restaurante que, a pesar de encontrarse en un lateral de la catedral, no era nada turístico y tenía un menú del día muy barato.
Lo más importante que ver en Lamego es su catedral (que, por la hora, la encontramos cerrada) y su claustro (abierto y gratuito).
Y las icónicas escaleras de azulejos que llevan hasta el Santuario de Nossa Senhora dos Remédios, una iglesia de estilo rococó del s. XVIII y que está enclavada en lo alto de una colina desde donde se domina la ciudad. Tiene 686 escalones y fue diseñada por Nicolau Nasoni, el arquitecto por antonomasia de esta zona Norte de Portugal (veremos muchos ejemplos de este artista durante el viaje). A esta escalinata se llega al final de un largo paseo que comienza en la catedral y el teatro municipal. Como íbamos con el tiempo muy justo, no pudimos acercarnos hasta arriba, pero a juzgar por las fotos, merece mucho la pena.
Quinta da Aveleda
Habíamos reservado plaza en la visita de las 16:30h en la Quinta da Aveleda. Esta es la única manera de visitar los jardines de esta finca-bodega familiar y además incluye una degustación de dos vinos y 3 tipos de queso. Por 7€ por persona. La guía nos hizo un buen recorrido por los lugares más curiosos de la finca, explicándonos todo en español y respondiendo a todas nuestras dudas.
Tras la visita, llegaban los vinos en un entorno precioso: una terraza abierta a los viñedos.
Tras comprar un par de botellas en la tienda, pusimos rumbo, por fin, a Oporto.
OPORTO
Llegamos sobre las 8 de la tarde a nuestro Airbnb. Aunque pequeñito, era perfecto: céntrico y cómodo, no necesitábamos más. Un poco de descanso, una ducha y a ver la ciudad de noche.
Siempre digo que las ciudades hay que verlas de noche, por mucho que las visites de día. Cambian tanto que, a menudo, se revelan como otra ciudad completamente diferente. Los monumentos se crecen iluminados por los focos, las farolas guían los paseos y las sombras esconden la fealdad. Y Oporto no podía ser una excepción.
Pasando la Iglesia de San Ildefonso, rodeando el Teatro Nacional, llegamos enseguida a la parte alta del famoso puente de Don Luis I, el mejor escenario para los atardeceres porteños. Abarrotado de gente que había estado esperando la puesta de sol, su vista es insuperable desde ambos extremos. Si vienes por Ribeira, irás viendo cómo, uno a uno, se van iluminado los carteles de las numerosas bodegas de Vila Nova de Gaia. Y te sorprenderá el resplandeciente Monasterio de la Sierra del Pilar que hace de alto centinela.
Desde el otro extremo, Ribeira está efervescente. Cientos de casitas de colores iluminadas, con decenas de bulliciosas terrazas a sus pies, se suceden a lo largo de la colina con un enjambre de callejuelas que se adivinan entre sus tejados. Todo un espectáculo.
Luego subimos hasta la Sé (catedral), que tiene un mirador desde donde se puede ver el río, y volvimos a bajar en dirección a la Estación de ferrocarril de São Bento. En su hall puedes ver unos de los murales de azulejos más famosos de la ciudad. De noche, la historia que cuentan estas paredes parece aún más mágica.
Habíamos reservado para cenar en Maus Habitos, recomendados por una amiga que le había encantado. Y la verdad es que, si quieres huir de los sitios para turistas y ser uno más de los jóvenes locales que salen un sábado por la noche, esta recomendación también es para ti. Nos recordó a cualquier restaurante casual malasañero. En su carta, ensaladas, pizzas y pastas y muchas opciones veganas. El local, una especie de escuela antigua con diferentes estancias, tiene, a parte del restaurante, un patio donde suele haber conciertos o DJ a horas más tardías, perfecto para alargar la cena con unas cervezas/copas antes de seguir conociendo la noche de Oporto.
Increíbles fotos, gracias por compartir 💖